cualquier día me harto y me monto en un barco

Mi amigo siempre quiso un entierro a la irlandesa.Bueno,por lo menos como él,yo y alguno más imaginábamos un entierro a la irlandesa:todos borrachos,bailando y cantando alrededor del cadáver.
Además de ese,otro de los sueños que compartíamos es que una vez muertos volveríamos al pasado para hacer todas esas cosas que pudimos hacer y no hicimos,como por ejemplo declararnos a aquella chica tan guapa que fue,no lo dudéis,tan amiga nuestra,pues mi amigo y yo solo teníamos amigos,ni un solo enemigo.
Cuando le conocí,pasaba,con otros amigos,los recreos tirando neumáticos por una pendiente para ver quien llegaba más lejos.Me lo presentó Jose Luis,uno del que poco más supe,le gustaban las motos y el voleibol cosa rara y tal vez por eso recordada.Cuando mi amigo me saludó me di cuenta de que era zurdo,claro era la mano con la que empujaba las ruedas.
Como iba a mi clase y nuestros apellidos se parecían tuvimos la suerte de que nos sentasen juntos.Eso apuntaló nuestra amistad.Durante tres años pasamos alegrías y dificultades,sobre todo con las matemáticas,pues como habréis adivinado,los dos,pequeños poetas,éramos de letras.
Un día me enamoré,o algo así,de dos chicas a la vez,dos amigas,una rubia con los ojos azules y otra morena con los ojos negros,si es que los ojos negros existen.Se lo conté a mi amigo y me dijo que la morena también le gustaba a él,ningún problema,yo me obsesioné por la rubia.El tiempo pasaba,nos contábamos nuestros avances y nuestras derrotas en la dura batalla del amor.Fue por aquel entonces cuando nos dio por beber.
Un viernes que Barcelona fue proclamada ciudad olímpica lo celebramos con una gran borrachera.Bueno ahora no recuerdo si lo celebrábamos o si bebíamos para olvidar.la cuestión es que yo acabé en el hospital y el casi.Mi fama de borracho perdura desde aquel día.Otros amigos se encargan,casi constantemente,de recordarme aquel evento,me dicen que me llevaron al hospital a hombros como a un torero herido.Se creerán que no me acuerdo,y tienen razón.
Los días pasaban y llegó el de nuestra separación.Cuando me dieron las notas me alegré por que había conseguido aprobar gimnasia in extremis y solo me quedaban cinco,él recibió como si nada su cosecha de sobresalientes.Durante toda la mañana de aquel día de fin de curso estuvimos bebiendo.Cuando fuimos a comer estábamos convencidos de que ese iba a ser un buen día,nos íbamos a declarar a estas,y nos dirían que si.
A las seis habíamos quedado todos los amigos.Bebimos y bebimos,hay que decir que las fiestas de fin de curso que celebrábamos se parecían bastante poco a las que salen por las películas americanas.Aquí nadie iba con pareja,aunque como podréis imaginar,todos íbamos a buscarla,ni íbamos en smoking,ni siquiera con nuestras mejores galas.Faisanes una fiesta y después una cena o al reves,no recuerdo bien.A la cena llegamos todos bastante borrachos,yo me senté junto a la morena de ojos casi negros.Al principio todo iba bien,entrantes,jamón,queso y esas cosas,pero cuando vi el revuelto de espárragos en mi plato me dio una arcada y apenas pude contener el vómito hasta el cuarto de baño.
Allí estaban mis amigos en idéntica tesitura.Ese día apuntalé un poco más mi ya consolidada fama de borracho.Cuando acabaron la cena,mi amigo y yo nos perdimos por la ciudad.Agarrados del hombro y dando tumbos de un lado a otro de la calle fuimos cantando lo que cantan los borrachos y alguna más de nuestro repertorio,por ejemplo "Live is life"de Queen,y una que habíamos oído al mediodía en un programa que se llamaba la Tarde o algo así.era una canción de un canta-autor cuyo nombre no recuerdo,solo la canción,que aún hoy la canturreo cuando me emborracho:

Cualquier día me harto
me monto en un barco
y me marcho a Honolulú.
Y me monto una banda
con un oso Panda,
tururú,tururú,tururú.

Esa noche tumbados en el césped de un céntrico parque,mientras veíamos las estrellas hablamos de muchas cosas,y él me lo dijo,me dijo que quería un entierro a la irlandesa.No pudo ser,otra vez será.

0 opiniones: